Ilegal, inmoral, derecho, abuso… el atol de los conceptos mezclados
En
días recientes he tropezado con una situación de la que cada vez me he hecho
más consciente: ciertas palabras de uso común en Derecho, que supuestamente son
de fácil entendimiento y aplicación por parte de cualquier ciudadano, resultan
ser equívocas, contradictorias e incluso, objeto de manipulación o excusa. Me
refiero a los alegatos de quienes defienden conductas de dudosa moralidad
aduciendo que son “legales” o de aquellos que se oponen a la aprobación de
nuevas leyes porque su contenido es “ilegal”. ¿Está claro qué significa legal y qué significa moral o conveniente? A veces pienso que no. Y la situación se puede volver
aún más enrevesada si además interfiere el término “derecho” y algunas
derivaciones incómodas, como “abuso” o “privilegio”, o si está de por medio una situación política difícil.
Naturalmente,
hay contextos. En un reciente taller de comunicación oral, se planteó la
discusión de si estaba bien ceder el asiento o el espacio en la fila a un
anciano que mostrara una buena condición física en detrimento de una persona
más joven pero con características de vulnerabilidad (p.e., cansancio, mayor
tiempo de espera, etc.). Una asistente al taller aducía que los ancianos, o “adultos mayores”, tenían derecho a que los demás se mostraran amables con ellos porque
era “legal” (aludiendo a la ley No. 7600 -Costa Rica- que protege a las
personas en condiciones de vulnerabilidad), sin importar la situación
particular. Otros, en cambio, comentaban que algunos “adultos mayores” se
abusaban de la protección legal que disfrutaban y eso iba en detrimento de
otras personas que también se hallaban en condición de vulnerabilidad, de forma
injusta. Y otros más aducían, en cambio, que a pesar de la ley, a los “adultos
mayores” no se les respetaba en absoluto y que debía hacerse “conciencia” en la
población general.
Entonces,
aquí nos tropezamos con la mescolanza de conceptos. ¿Legal? ¿Conveniente? ¿Justo
o injusto? ¿Moralmente aceptable? En realidad, en los argumentos de unos y
otros las palabras se enredaban y mezclaban, intercambiando sus nociones sin
que pareciera evidente para el grupo lo que estaba ocurriendo. Y no era porque fueran personas “ignorantes” o “poco informadas”, pues se trataba de
profesionales con su gran bagaje de conocimientos propios
y experiencia de vida, sino de la tendencia general que todos tenemos hacia
utilizar los conceptos técnicos de ciertas profesiones sin terminar de
diferenciar su sentido realmente técnico del que le otorgamos en el lenguaje común, el cual puede ser apenas similar o bastante alejado del técnico.
Un
ejemplo común procede del lenguaje de la psicología: el término bipolar. La gente la suele usar muy
libremente (o solía hacerlo) para designar personas que tuvieran cambios de
humor bruscos, normalmente de la felicidad a la tristeza, o de la ecuanimidad
al enojo. Sin embargo, como algunos psicólogos han explicado oportunamente, la
bipolaridad como condición psicológica no tiene que ver con cambios de humor
simples, sino con un trastorno complejo, considerado incapacitante, que mezcla
periodos de euforia excesiva o alta energía con momentos depresivos. No se le
diagnostica a la ligera y muchas veces es tratado a nivel psiquiátrico porque
las personas pueden dañarse severamente o estropear todo su entorno social por
este trastorno.
Sin
llegar tan lejos, podemos advertir que lo mismo sucede con los términos del
Derecho de uso común, como ley, legal, derecho, etc. Legal, en términos del Derecho, es estrictamente aquella
conducta acorde con la ley. ¿Cuál ley? Una ley específica. Y si no existe una ley
específica, puede ser una conducta moral, o conveniente o buena, pero en
realidad, no es legal. Lo que significa que no es razonable oponerse a la aprobación de una ley si su contenido es "ilegal": puede que se oponga a otra ley, pero lo "ilegal" no tiene que ver con esto. Ilegal es aquella
conducta o situación que viola o contraría una ley específica. Si una conducta no está
contemplada en una ley, no significa que sea “ilegal”, significa que no está
contemplada en ninguna ley.
¿Qué
pasa con lo moral y lo inmoral? Aquí hilamos más fino, porque los sistemas morales
pueden diferir de una sociedad a otra, pero al menos, cuando se trata de la ética y nos hallamos en una misma cultura, podemos ponernos de acuerdo sobre
si una conducta es aceptable o si no lo es. ¿Es aceptable
cederle el asiento en el autobús a una persona en condición vulnerable? En esta
época, en nuestra sociedad, lo es. ¿Es legal? Sí, también lo es, puesto que está
contemplado en una ley específica. ¿Es ilegal suprimir los espacios destinados
a personas vulnerables en un lugar público? Sí, es ilegal, porque violenta
específicamente lo dicho por una ley. Si yo no le cedo mi espacio a un “adulto
mayor”, ¿actúo ilegalmente? Pues no, puesto que la ley específica no me obliga
a mí, como ciudadano, a proveer el espacio, sino al autobús a ofrecer un
espacio acondicionado para ello. ¿Estoy siendo inmoral? Discutible. ¿Estoy siendo
grosero? Ah, bueno, ya eso es otra historia, en particular, si la persona “adulta
mayor” realmente necesita la amabilidad de que alguien más joven y fuerte le
ceda su asiento para viajar más segura en el autobús.
Pero
¿qué pasa con esas personas “adultas mayores” que, sin tener una condición
física vulnerable, se apropian de un espacio en un medio público y no se lo
ceden a otra más joven que, por ejemplo, va cargada de paquetes o lleva a un
niño pequeño de la mano? ¿Tienen derecho? Sí, la ley les concede el derecho.
¿Se están comportando como quien ejerce un derecho o… como quien se abusa de
él? El contexto específico nos dirá si la persona está cruzando la línea que
separa el disfrute de un derecho de su abuso.
Creo
que es importante recordar, en especial en esta época tan cargada de conflictos
de ideas y mescolanza de nociones, que lo moral y lo legal pueden cruzarse o
no, pero no son lo mismo, y que un derecho, por muy legal que sea, también
puede ser distorsionado por el abuso que se haga de la protección particular
que brinda una ley. Y que no está bien, en nombre de la sana convivencia
pacífica, abusar de los términos y de las protecciones que nos brinda la ley
para nuestro exclusivo beneficio, o, por el contrario, negar tales protecciones
con la excusa de que no se encuentra en ninguna ley que nos obligue…
Comentarios
Publicar un comentario